Tuesday, March 29, 2011

Temas II

Este ejercicio consistió en apuntar tantos posibles títulos se me ocurrieran antes de que se me terminara una cerveza estándar, he aquí mis posibles títulos en lo que me tomé una cerveza "Cristal" (Cubana):

01.- El cabalista maldito
02.- El mago perdido
03.- La botana sonriente
04.- La katana intocable
05.- El bar de Joe
06.- La fusión
07.- El emisario interno
08.- Un francés en Japón
09.- La isla más conocida
10.- El rojo como azul
11.- ¿Y si nunca despertara?
12.- El idioma oculto
13.- El carnaval indeseable
14.- La carne de Dios
15.- Nada personal
16.- El diamante
17.- El Rosa-cruz renegado
18.- El budista mamón
19.- La perdida afortunada
20.- Cien cielos, una estrella
21.- Una mujer no bastó
22.- El librero
23.- La raíz de todas las emociones
24.- Ni tesoro ni gloria
25.- Espejo sin reflejo
26.- El estigma del dragón
27.- El corazón cremado
28.- Las hormigas no pueden pensar
29.- El camino del escorpión
30.- El turbante
31.- La ley del talón
32.- La bestia interna
33.- Don Goloso
34.- Yigmul, el literario
35.- Pregunta inteligente, respuesta suficiente

Resumen

En esta ocasión se trata de reducir u cuento ya hecho, solo se vale quitarle no ponerle ni modificar.

NADIE DECÍA NADA
Por: Raymond Carver

Mi versión recortada del mismo cuento:
Los oía hablar en la cocina. No podía oír lo que decían pero estaban discutiendo. Luego se callaron y ella empezó a llorar.
Luego oí que papá se iba a coger el autobús. Salió dando un portazo.
Al rato mamá vino. Su voz sonaba extraña..., no sé. Le dije que tenía dolor de estómago.
-De acuerdo -Dijo mamá. Pero nada de televisión, no lo olvides.
No estoy para más peleas esta mañana.

Cuando mamá empezó a prepararse para ir al trabajo, le pregunté si podía hacerme la cama en el sofá. Le dije que quería estudiar. En la mesita de la sala tenía los libros de Edgar Rice Burroughs que me había regalado por mi cumpleaños. Y el libro de Sociales. Pero no me apetecía leer. Lo que quería es que se marchara para poder ver la televisión.

Accionó la cisterna del water.
No pude esperar más. Encendí el televisor, pero sin volumen, fui a la cocina, donde mamá había dejado el paquete de cigarrillos, y le cogí tres. Los metí en la alacena y volví al sofá y me puse a leer La princesa de marte. Al salir del baño mamá echó una ojeada al televisor encendido, pero no dijo nada. Yo tenía el libro abierto.Se dio unos toques en el pelo delante del espejo y luego entró en la cocina. Cuando salió volví a poner los ojos en el libro.
-Llego tarde. Adiós, cariño. -No iba a sacar a relucir el tema de la tele. La noche anterior había dicho que ya no sabía lo que era ir al trabajo sin que le "pusieran los nervios de punta".
-Adiós, mamá.
Esperé hasta que puso el coche en marcha y calentó un poco el motor. Escuché como se apartaba de la acera. Luego me levanté y subí el volumen de la tele y fui a coger los pitillos. Me fumé uno y me hice una paja mientras veía una serie de médicos y enfermeras. Luego cambié al otro canal. Luego apagué la tele. No tenía ganas de seguir viéndola.

Luego fui al cuarto de mis padres y anduve curioseando un poco. No buscaba nada en especial, o a lo mejor buscaba otra vez condones, pero el caso es que por mucho que había registrado nunca había encontrado ninguno. Una vez encontré un tarro de vaselina al fondo del cajón. Sabía que algo tenía que ver con el asunto, pero no sabía qué.
Registré unos cuantos cajones, pero sin idea de encontrar nada en concreto.
Al final pensé que sería mejor que me vistiera y fuera andando hasta Birch Creek. La temporada de la trucha seguiría abierta aún otra semana, aunque ya había dejado de pescar todo el mundo.
Saqué mi ropa vieja. Me puse unos calcetines de lana sobre los normales y me até sin prisa los cordones de las botas.Me preparé un par de emparedados de atún y unas cuantas galletas de dos pisos de mantequilla de cacahuete. Llené la cantimplora y me la acoplé junto con el cuchillo de caza al cinturón. Al salir por la puerta decidí dejar una nota. Escribí: "Me encuentro mejor, me voy a Birch Creek. Volveré pronto. A eso de las tres y cuarto." Tenía unas cuatro horas.
Antes de salir me comí uno de los emparedados de atún y me bebí un caso de leche.

Hacía buen tiempo. Era otoño, pero todavía no hacía frío más que por la noche. Por la noche encendían los potes del humo en los huertos, y a la mañana te despertabas con un aro de hollín en las narices. Pero nadie decía nada.

Había recorrido ya la mitad de la Dieciséis cuando una mujer que iba en un coche rojo se arrimó al arcén y se paró un poco más adelante. Bajó la ventanilla del asiento de la derecha y me preguntó si me acercaba a alguna parte. Era delgada y tenía unos granitos alrededor de la boca. Llevaba rulos en el pelo. Pero no estaba mal. Debajo del jersey castaño tenía unas buenas tetas.
-¿Qué, haciendo novillos?
-Eso parece.
-¿Quieres que te lleve?
Asentí con la cabeza.
-Sube. Tengo algo de prisa.
Puse la caña de mosca y la nasa en el asiento trasero. Había muchas bolsas de comestibles de Mel´s en el suelo y encima del asiento. Traté de pensar en algo que decir.
-Voy a pescar -dije. Me quité la gorra, levanté la cantimplora hacia un lado para poder sentarme y me acomodé junto a la ventanilla.
-Jamás lo habría adivinado -dijo la mujer, riendo. Se apartó del arcén y volvió a la calzada-. ¿A dónde vas? ¿A Birch Creek?
Volví a asentir. Miré mi gorra. No se me ocurría nada más que decir. Miré por la ventanilla y ahuequé los carrillos. Uno siempre imagina que le coge en su coche ese tipo de mujer. Que vais a volveros locos el uno por el otro y que te va a llevar a su casa y te va a dejar que la jodas por todos los rincones de la casa. Al pensarlo se me empezó a poner dura. Me puse la gorra encima de los muslos y cerré los ojos y traté de pensar en el béisbol.
-Siempre digo que cualquier día me voy a decidir a pescar -dijo la mujer-. Dicen que es muy relajante, soy muy nerviosa.
Abrí los ojos. Estábamos en el cruce. Quise decir: ¿Tiene de verdad cosas que hacer? ¿No quiere empezar esta misma mañana? Pero me daba miedo mirarla.
-¿Te va bien aquí? Ahora tengo que torcer. Siento tener prisa esta mañana -dijo la mujer.
-Si, muy bien. Perfecto. -Saqué mis cosas. Me puse la gorra, y luego me la quité para decir-: Adiós. Gracias. Quizás el verano que viene... -No pude terminar.
-¿A lo de pescar, te refieres? Claro, seguro. -Me envió un gesto con dos dedos, de esos que hacen las mujeres.
Eché a andar y me puse a pensar en lo que hubiera debido decirle. Se me ocurrían montones de cosas. ¿Qué diablos me había pasado? Corté el aire con la caña y chillé dos o tres veces. Lo que tenía que hacer para poner en marcha la cosa era preguntarle si podíamos comer juntos. En mi casa no había nadie. De pronto estamos en mi cuarto, bajo las mantas. Me pregunta si se puede dejar puesto el suéter, y yo le digo que si, que no me importa. También se deja las bragas. Está bien, digo yo. No me importa.

Yo estaba a pocos metros del puente. Oía correr el agua, bajé corriendo por el terraplén, me bajé la cremallera y lancé una meada que llegó a casi dos metros de la orilla del arroyo. Seguro que era un récord. Y me dispuse a pescar.
De cuando en cuando el anzuelo iba a parar junto a la orilla o detrás de una piedra grande. Pero no pasaba nada.

Me sentaba fatal el haber ido hasta allí para nada. Saqué todo el sedal y volví a lanzarlo. Dejé la caña sobre una rama y encendí el penúltimo pitillo. Me puse a mirar el valle y empecé a pensar en la mujer. Íbamos hacia su casa por que quería que le ayudara a llevar las bolsas del supermercado. Su marido estaba en el extranjero. La toqué y se puso a temblar. Estábamos besándonos en el sofá, y nos dábamos la lengua, y entonces ella se disculpó y dijo que tenía que ir al baño. La seguí. Vi que se bajaba las bragas y se sentaba en la taza. Yo la tenía tiesa, y ella me mandó un saludo con la mano, justo cuando iba a bajarme la cremallera, oí como un chapoteo en el arroyo. Miré y vi que la punta de la caña se estaba moviendo.

No era muy grande ni gran luchador. Pero lo dejé cansarse todo lo que pude. Era una trucha. Pero era verde. No había visto nada igual en mi vida. Tenía los lomos verdes, como manchas negras de trucha, cabeza verdosa y vientre también como verdoso. De color de musgo, de ese tono de verde. Era como si llevara mucho tiempo envuelta en musgo, y se le hubiera pegado ese color por todo el cuerpo. Era gorda y me extrañó que no hubiera peleado más.
Arranqué un poco de hierba, que metí en la cesta, y puse la trucha encima.
Podría pescar un rato desde el puente antes de irme a casa, Y decidí no volver a pensar en la mujer hasta la noche. Pero entonces, pensando en la erección que tendría por la noche, se me puso otra vez dura. Pensé que sería mejor dejar de hacerlo tan a menudo. Hacía como un mes, un sábado, en cuanto se fueron todos, cogí la Biblia y prometí y juré no volver a hacérmelas. Pero lo de la Biblia me dio nuevas energías, y las promesas y juramentos duraron uno o dos días, hasta que me quedé otra vez solo.

En el camino de vuelta no me paré a pescar en ninguna parte. Rodeé la casa hasta la parte de atrás para quitarme las botas. Me descolgué la cesta para tenerla lista cuando quisiera levantar la tapa, y me dispuse a entrar en casa sonriendo de oreja a oreja.
Oía sus voces y miré por la ventana. Estaban sentados a la mesa. La cocina estaba llena de humo y vi que salía de un cazo que había sobre uno de los fuegos. Pero a ninguno de los dos parecía importarles un bledo.

-Edna, ¿No vez que el cazo se está quemando? -dijo.
Ella miró hacia el cazo. Echó la silla hacia atrás y cogió el cazo por el mango y lo lanzó contra la pared de encima de la pila.
El dijo:
-¿Pero es que te has vuelto loca? ¡Mira lo que has hecho! -Cogió un trapo de cocina y se puso a limpiar lo que había dentro del cazo.
Abrí la puerta trasera. Me puse a sonreír. Dije:
-No os vais a creer lo que he pescado en Birch Creek. Mirad. Mirad aquí adentro. Mirad esto. Mirad lo que he pescado.
Me temblaban las piernas. Apenas me tenía en pie. Le acerqué la cesta a ella.
-¡Oh, santo Dios! ¿Qué es eso? -dijo cuando por fin se avino a mirar-. ¡Una serpiente! ¿Qué es? Por favor, por favor quita eso de ahí antes de que me haga vomitar.
-¡Saca eso de aquí! -gritó él.
Dije:
-Pero mira, papá. Mira lo que es.
-No quiero mirar -dijo él.
Yo dije:
-Es una trucha arco iris gigante de Birch Creek. Una de esas de verano. ¡Mira! A que es fantástica. ¡Es un monstruo! ¡Tuve que perseguirla arroyo abajo y arriba como un loco!
-Mi voz la de un chiflado. Pero no podía parar-. Y había otra -seguí atropelladamente-. Una trucha verde. ¡Te lo juro! ¡Era verde! ¿Has visto alguna vez una trucha verde?
Miró dentro de la cesta y se quedó con la boca abierta.
Gritó:
-¡Quita esa porquería de mi vista! ¡Qué diablos te pasa? ¡Saca ahora mismo de la cocina esa piltrafa y tírala al cubo de la cocina!
Salí a la parte de atrás. Miré en la cesta. Lo que había dentro lanzaba un brillo plateado bajo la luz del porche. Lo que había dentro llenaba toda la cesta.
Lo saqué. Lo levanté. Y me quedé con aquella mitad en la mano.

Monday, March 28, 2011

Asalto

Caminaba junto con un buen amigo por la calle a eso de la una de la madrugada, cuando algún mago con su mística profunda habló desde las alturas de una fortaleza (el techo de alguna casa) y nos dirigió unas palabras que surtieron un efecto hechizante en mi amigo.
El cuál no pudo resistir al encanto de sus palabras llenas de magia y hechicería y se regresó como a pedir de boca del mago de aquella torre a responder el hechizo con otro hechizo, a lo cual el mago de las alturas le lanzó un encantamiento lo cual casi lo deja helado. Pero mi amigo al utilizar mucho de su poder personal logró romper el encantamiento y se liberó de quedarse estático o como piedra para el resto de su vida.

En lo personal creo que solo era un baldazo con agua fría pero no alcancé a ver bien.

En cuanto mi amigo logró soltarse del hechizo lanzó un terrible ataque contra las murallas del castillo con su poderosa mano y les rompió un vidrio de una ventana.

No pasó ni medio segundo cuando como por arte de magia salieron cuatro guerreros armados con unas pócimas, de las que si te tomas muchas no puedes pararte bien, las hay de muchas marcas como corona (Supongo que esa es de las buenas porque desde u punto de vista mas esotérico está relacionada a Keter) otras pócimas se llaman Sol, Estrella, todas tienen una carga muy profunda de magia cabalista por lo que me queda claro que los guerreros trabajaban para un gran mago.

Ambos al ver que venían los guerreros armados con poderes especiales decidimos correr tanto como pudiéramos, pero para mi mal karma... Mis piernas fueron mucho más cortas que las de los cuatro guerreros y que las de mi amigo.

Me atraparon solo a mi entre los cuatro guerreros y nos dispusimos a jugar a la piñata.

Supuse que era el cumpleaños del gran mago pues me tomaron de piñata y por alrededor de dos horas (o más según dicen los que después entraron en escena) lo que se me hizo raro es que entre risas y chistes que entre los guerreros se traían, nunca me preguntaron si yo quería el papel protagónico, pero en fin, el caso es que fui el centro de atención por todo ese tiempo y he de confesar que no la pasé tan mal.

Siendo yo el principal del encuentro y a medias de que los guerreros me estaban lanzando hechizos y pócimas decidí hacer meditación.
Me tranquilicé (los golpes no paraban) me relajé, y hasta comencé a sentir una sensación de paz interna que no hubiera logrado sin la ayuda de aquellos guerreros del gran mago.

Los encantamientos de los guerreros nuca hicieron efecto sobre mi pues hechizos como:
-Te vamos a meter a una cajuela y tirarte por allí- No parecían resultar efectivos.
Algo dentro de mi me decía constantemente:
-Descuida Gerardo, solo estás pagando algo qeu debes, estarás bien...

Pasados los momentos llegó una patrulla junto con una camioneta también de los policías y me sacaron de la torre en la que estaba metido, me preguntaron algunas cosas y parecía que las cosas no avanzaban.
Hasta que logré dar con el hechizo perfecto...
-Tomaron un sobre con $5000 rupias (En verdad que el dinero es mágico)
En cuanto dije eso, los policías me dijeron,:
-Ya puede retirarse joven.-
Y asi, sin la credencial del IFE (la que te identifica como parte del reino del pais de las maravillas)
Sin mi celular
Sin mis $5000 rupias
y sin mi camisa
Con el cinturón roto y los pantalones cayéndose, me retire tranquilamente a disfrutar el resto de la noche...

Sunday, March 20, 2011

Cronotopos

Esta tarea o ejercicio trata de narrar un tiempo y un espacio un tanto velado, mis resultados son estos y al final puse de qué se trataba.

CRONOTOPOS

Tarea 4

Zaghata no dejaba de contemplar el horizonte, los puntos en llamas que continuaban contagiando a los que estaban más próximos a ellos. Las criaturas de distintas especies que corrían sin cesar despavoridos, como las arañas una vez que les fumigas el rinconcito.

· La piel de un ser fantástico

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Los bandidos no podían correr con facilidad pues con los nervios, la persecución y algunos factores más caían un a uno siendo atrapados en su mejor opción.

· Alguna revuelta en algún año en algún pueblo de cualquier parte del mundo en que hubo muchas muertes.

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La vista era imposible desde esta parte, el oído se hacía igual que su compañero sentido. El tacto no tenía nada por tocar mas que a si mismo y el olfato junto con el gusto empataban a los demás sentidos. Lo único que se podía percibir era una sensación de vacio y eternidad.

· Una persona en el espacio.

Temas

El ejercicio que presento trata de escribir un dialogo entre dos personajes, los cuales pueden ser cosas, personas o cualquier tipo de ser vivo.
Para este ejercicio se debe generar una lluvia de ideas, las cuales arrojaron lo siguiente:
1.- Una computadora zombie a un antivirus.
2.- Satán al EGO.
3.- Una Katana hablándole a la piel.
4.- Musculo a la pesa.
5.- Ojos a el libro.
6.- Árbol a la tierra.
7.- El sonido del mar a un caracol.
8.- Estatua religiosa a el templo.
9.- Vlad III, el empalador (en rumano, Vlad Ţepeş) a Brahm Stoker.
10.- Botones de un control de vídeo-juegos a las manos y dedos.

Ahora presentaré el dialogo que escribí y al final diré quiénes son los dos personajes, les puedo adelantar que este ejercicio lo hice a quemarropa 10 minutos antes de entrar a la clase.

P. 1: - Te he visto como me miras, no pierdes detalle y me queda muy en claro que lo que deseas de mi, es que ceda, pero sabes bien que no lo haré.

P. 2: - Lo sé, pero no pierdo aún la esperanza de poder infiltrarme en tu camino e ir por adelante de ti en este juego. No importa lo que los demás, los que están cerca marquen en sus caminos, o mejor dicho, los tomo como guía para llegar a ti, entre todos ellos y el ridículo y estrecho margen que me deja el destino.

P. 1: - Pues haz como quieras, que finalmente mi plan lo veo perfectamente trazado, yo bien sé en qué momento y con quién, nada se me escapa.

P.2: - Pues bien, yo te aseguro que al final yo ganaré pues conmigo me basto y me sobro para llegar a dónde quiero.

P.1: - Que así sea entonces. Bien sé y de buena fuente te lo digo, que nunca nadie me estorba.

FIN

Ahora presentaré a los dos personajes que tuvieron este dialogo, hago la advertencia por si deseas manifestar un intento por adivinarlos.
Los personajes fueron:
P. 1: Un camión colectivo.
P: 2: Una motocicleta.

Introducción

Hacía muchos años ya que tenía la espina de escribir. Pero ese ser que no se ve, el que nos controla más de lo que nos imaginamos o somos conscientes, me lo había estado impidiendo. Durante varios años lo dejé que tomara las decisiones que me hacían NO avanzar, las decisiones que me dejaban con ese falso sentimiento de "todo está bien, no es necesario hacer algo más".

Tuve un par de intentos por hacer algo al respecto pero al final, el ser que nos tiene bien atrapados me convencía con muy poco esfuerzo de su parte.
-Quédate como estás, así estas bien.- Me decía constantemente.
Yo siendo su amable esclavo le hacía caso total y sin cuestionarme su autoridad que con el tiempo uno le va dando.

Hace algunas semanas tuve esa suerte que el destino forja, de ir a un bar irlandés a hacer una de las cosas que más me gusta en la vida, probar cervezas nuevas, cervezas que tengan cuerpo y sabores fuertes. El destino por medio de mi aparente voluntad me hizo sentar en una mesa en que me tocó conocer a un escritor.

Entre algunas jarras de cerveza y charlas interesantes salió después de algún buen trago el comentario de a lo que se dedica este hombre, lo cual me llamó la atención pues por alguna razón el ser que me controla no pudo en esa ocasión hacerme de la vista gorda ante el comentario de quien disfrutaba de una buena jarra de cerveza obscura.

Los días pasaron y volví a topar al escritor, las copas de vino tinto que eran el anfitrión de la garganta en esta ocasión, chocaban delicadamente con frecuencia en alguna casona vieja de la colonia francesa, aquí en Guadalajara. Las charlas en esta ocasión eran de carácter esotérico con mucha vida y mucho por compartir en palabras perfectamente entendidas pero rebuscadas, técnicas. Y así entre un estimulo mental y otro, se pasaron las horas pintadas por el liquido color sangre.

Al final, cuando prácticamente el grupo se vio reducido a la mitad, Héctor y yo tomamos la platica acerca de la narrativa, le manifesté mi interés por escribir..

-Llevo dos semanas que estoy dando un taller de narrativa- Me comentó.
-¿Y hace cuanto nos conocimos? Pregunté yo, a lo que él me respondió con un gesto como diciendo "El destino no deja ni para de jugar con todos nosotros".
-Hace dos semanas.

Eventualmente se abrió otro grupo y por fin entré a ese taller de narrativa.

Debo agregar que Héctor imparte un taller de narrativa en base a casos "limítrofes".
Los casos limítrofes se refieren a los que no están del todo claro si es un cuento, si es una canción, si es una noveleta, si es una novela... Son casos en que parece que están fusionados uno o más elementos de la escritura, de la narrativa.