De cabello andrajoso y descuidado como por estar ensimismado, patillas largas también desalineadas, con una mirada de mucha revolución y huracán interno. Sus ojos que si bien eran pequeños, tenían un brillo soberbio escondido bajo la mirada de tristeza por el projimo.
Hombre de orejas grandes y de boca pequeña, como si el mismo quisiera dar a entender que prefiere más escuchar que hablar. De cachetes gruesos y ligeramente caidos.
Sus ropajes así como su aspecto físico, eran descuidados, como si en vez de ponerse una prenda por vez, se las hubiera puesto todas al mismo tiempo, parecía que en cualquier momento algo se le caería de sí.
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